Hay veces que la vida nos da la oportunidad de enfrentarnos a los problemas, a las dificultades, a las trabas.
Muchas veces nos encontramos en una tesitura que no es la
nuestra y en vez de enfrentarnos a ella, lo que hacemos es obviarla, “esconderla”
por así decirlo, y no afrontarla con realidad.
Es el camino más cómodo, pero ¿es el correcto?
Los problemas son problemas si nosotros los vemos como
tales.
A mí me gusta verlos como una oportunidad de cambio, de
aprendizaje y de crecimiento.
¿Qué pasa si un niño tienen problemas con una materia? ¿Con
un profesor?¿Con los compañeros?
A veces, el camino fácil que es obviar es el elegido, y les
aseguro que esta elección se da. Niños que dan por perdida una materia, a un
profesor porque dicen que le tiene manía…
Los “problemas” existen y existirán, por ello, es importante
inculcar a los niños un espíritu de lucha (en el buen sentido de la palabra),
de responsabilidad, acción y perseverancia ante los obstáculos que puedan
encontrar.
Se trata de buscar soluciones, no culpables.
Por todo ello, inculquemos a nuestros hijos una disciplina
de afrontar las dificultades con responsabilidad, aceptemos y miremos adelante
buscando soluciones.
Ignorar el problema no va a hacer que desaparezca.
La educación de sus hijos lo agradecerá